La fe utiliza tanta sabiduría como tiene para cumplir la tarea en cuestión y luego le permite a Dios que intervenga como El quiera. No teme obedecer a Dios incluso cuando esa obediencia podría parecer imprudente. Es algo que viene de una verdadera relación con Dios donde lo escuchamos mas de lo que pedimos cosas. Es la aventura de hacer sin temor cualquier cosa que Dios nos diga que hagamos
En estos últimos días, el ojo del Señor no esta fijo sobre poderes mundiales sino sobre la iglesia de Jesucristo.
sábado, 27 de febrero de 2010
viernes, 26 de febrero de 2010
El siempre abrazo , privilegio y defendió a la gente marginada, pecadora, excluida que había en su tiempo.
La mujer del perfume en calidad de marginada, de no invitada, de intrusa. No tiene nombre, ni cultura, ni prestigio,. Solo tiene la osadia y audacia de ir contra las normas sociales de su tiempo para expresar con plena libertad su amor agradecido.
También Jesús salta las estructuras sociales y morales de su tiempo para devolverle dignidad a la mujer. Tiene una actitud profundamente humana y liberadora.
Encontrarse con Jesús siempre es punto de partida, posibilidad de volver empezar con esperanza. Oportunidad de volver a nacer.
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domingo, 21 de febrero de 2010
Obedecer La Voz De Dios
“Luego la fe es por el oir...la palabra [rema] de Dios” (Ro 10:17).
A. LOGOS Y RHEMA
Existen dos términos griegos que traducidos quieren decir “palabra” en nuestras Biblias en español. “LOGOS” y “RHEMA”. Logos a menudo se refiere al “verbo o palabra” viviente o que da vida.
[Nota del editor: Los siguientes ejemplos no exponen significados tan exactos o precisos en el uso de estas palabras griegas. Son dados como ejemplos de la idea que el autor procura explicar con relación a las palabras logos y rhema.]
Jesús dijo: “Escrito [logos] está: No con sólo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra [rema] que sale de la boca de Dios” (Mt 4:4).
De los bereanos se dijo: “Y fueron éstos más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra [rema] con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras [logos], si estas cosas eran así.” (Hch 17:11).
Estos versículos ilustran el vínculo inseparable entre logos y rhema. Siempre operan juntos. Es vital que conozcamos las Escrituras (logos), a fin de juzgar si la palabra (rhema) que recibimos en realidad viene de parte del Señor o de algún otro espíritu. El Espíritu Santo (rhema) y la Santa Biblia (logos) siempre concuerdan.
Jesús dijo de los fariseos: “Erráis ignorando las Escrituras [logos], y el poder [rema] de Dios” (Mt 22:29). Los fariseos de la época de Jesús no conocían el logos ni la rhema.
Muchos líderes de la Iglesia no conocen ni las Escrituras, ni tampoco el poder de Dios. Tales dirigentes e iglesias hacen vomitar a Dios (Ap 3:15).
Hay otros líderes en la Iglesia que conocen las Escrituras, pero desconocen el poder de Dios. Estos usualmente se marchitan.
Por el contrario, hay otros que conocen el poder de Dios, pero desconocen la Biblia. Estos usualmente explotan.
Si usted conoce ambos, las Escrituras y el poder de Dios, ello hará que usted y su iglesia crezcan.
1. Una Rhema De Dios
Una palabra rema, es usualmente una comunicación de Dios diseñada y revestida de poder para su aplicación a una situación específica. Cuando estamos leyendo la Biblia y un cierto versículo nos inunda repentinamente con poder, estamos recibiendo una rhema (palabra viva) para nuestra necesidad personal.
Cuando hemos estado orando por la sabiduría de Dios o Su respuesta para un problema sin solución y de repente Él nos comunica tal solución al corazón en términos prácticamente claros, eso es lo que denominamos rhema.
Cuando estamos envueltos en alguna actividad relacionada con el ministerio y recibimos una impresión momentánea para tomar una acción específica, la cual resulta en una gran bendición, eso es rhema. [Una advertencia: No debemos asumir que todo impulso, impresión o sensación es rhema. Ninguna palabra rhema será contraria a la Escritura (logos) de la Eterna Palabra de Dios.]
Si estoy enfermo, puedo abrir mi Biblia y leer: “…por la herida del cual habéis sido sanados” (1 P 2:24). Tengo la Palabra (logos) que me dice que la voluntad de Dios es sanarme. Sin embargo, puede ser que no sea sanado cuando leo tal versículo.
a. Pedro Y El Hombre Cojo. El hombre cojo (Hechos 3) que ponían a la puerta del templo por años, no fue sanado por Jesús en las muchas ocasiones que había entrado y salido al templo mientras estaba ministrando por los alrededores.
Pedro, lleno de vigor por la experiencia Pentecostal recibida hacía poco, iba para el templo a orar. Cuando el cojo le pidió una limosna, Pedro recibió un rhema para él. “¡Mira a nosotros... Ni tengo plata ni oro; mas lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo de Nazaret levántate y anda!”
Instantáneamente, el cojo saltó y siguió a Pedro hacia el interior del templo caminando, saltando y alabando a Dios. Puede ser que el cojo tuviera conocimiento del versículo bíblico en Éxodo 15:26: “Yo soy Jehová [Rafa] tu Sanador”. No obstante, no fue sanado hasta que Pedro escuchó la voz de Dios y le habló la palabra que da vida (rhema).
“Luego la fe es por el oír; y el oir por la palabra [rhema] de Dios” (Ro 10:17). Cuando Dios le habla a usted, recibe fe. Si responde obedientemente a lo que Dios le ha dicho, de seguro que experimentará milagros en su vida como los que hicieron los hombres de Dios en los tiempos bíblicos.
b. Milagro En Hebei. Hace aproximadamente quince años, estuve en Hebei ministrando la Palabra con el Evangelista D’Sousa de Taiwán. Él me invitó a visitar un enfermo que estaba postrado en cama. Cuando llegamos a la casa del enfermo y comenzamos a orar por él, percibí que el Espíritu Santo me estaba dando un mensaje para el hombre.
Le dije al hermano D’Sousa: “¿Podrías traducir al español este mensaje del Señor?”
- “¡Sí adelante!” - me contestó.
- “Dile a este hermano que el Señor dice que a menos que se arrepienta, de seguro que morirá.”
El hermano D’Sousa interpretó el mensaje al enfermo. El espíritu de contrición vino sobre él y comenzó a llorar sin control. Estaba orando y clamando tan fuertemente que su pequeña cama donde yacía se movía hacia adelante y hacia atrás.
La palabra del Señor (rhema) vino sobre mí nuevamente. “Toma al hombre de la mano y dile que se levante y camine en el nombre de Jesús.”
Nuevamente el Evangelista D’Sousa le interpretó mis palabras. Le tomé de la mano y comencé a levantarle de la cama con cuidado. Se levantó lentamente y se puso de pie con alguna dificultad. Repentinamente comenzó a dar aclamaciones y a saltar por toda la recámara. Había sido sanado milagrosamente en unos cuantos minutos.
Más tarde me enteré que era un miembro descarriado de la iglesia, quien antes de su conversión había sido un pandillero notorio y que había matado a varios hombres.
Se había apartado del Señor y, una vez en el pecado, fue azotado de una enfermedad incurable del corazón y de los riñones. Estaba en tan mal estado de salud que los doctores habían dado órdenes de que nadie lo moviera, pues ello, podría causar su muerte. (Me alegré de no saber nada de eso, tal vez hubiera sentido temor de obedecer al Señor)
Esa noche acudió al auditorio donde la cruzada de salvación y sanidad divina iba a ser conducida y dio su testimonio públicamente. Dado a que era muy bien conocido en la comunidad, el impacto de su testimonio fue muy efectivo. Muchas almas vinieron a Cristo para salvación y sanidad divina como resultado.
B. RELACIÓN, NO UNA FÓRMULA
Necesitamos entender que la palabra que da vida de Dios, raras veces viene en respuesta a las fórmulas religiosas. Jesús sanó a un ciego por medio de mezclar saliva con lodo, el cual, aplicó a los ojos del ciego. Luego le dijo que fuera al estanque de Siloé a lavarse o limpiar el lodo de sus ojos; cuando obedeció Su orden, fue sanado (Juan 9).
Si yo tomara lodo, escupiera sobre él y lo untara en los ojos de un ciego, lo más probable es que el lodo caiga dentro de sus ojos. Ahora, si Dios me dice que lo haga (como se lo dijo a Jesús), entonces, el ciego sería sanado.
No es la forma o fórmula, sino más bien el escuchar la voz de Dios y obedecerla. En otras ocasiones, Jesús sanó diversos ciegos utilizando otros medios (Mt 9:29; Mr 10:52).
El secreto del ministerio de Jesús radicó en Su relación íntima con el Padre celestial. Cristo declaró: “Porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” (Jn 8:29). Siendo que la condición del corazón de Jesús siempre era perfecta con Su Padre celestial, podía escuchar y obedecer Su voz con facilidad.
Jesús lo dijo bien claro: “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que viere hacer al Padre; porque todo lo que él hace, esto también hace el Hijo juntamente” (Jn 5:19).
1. Pasar Tiempo Con Dios
Jesús conocía las Escrituras. Él confundió a los sabios en el templo, cuando tenía doce años de edad, con Sus conocimientos de la Biblia. No obstante, el secreto de Su ministerio radicaba en Su sensibilidad a la Voz del Padre, haciendo lo que había visto hacer al Padre y en la misma forma que Él hacía las cosas.
Cuando Jesús necesitaba escuchar la voz del Padre, se apartaba a lugares aislados para pasar algún tiempo en oración (y otras veces en ayuno). Usted recuerda que el ministerio de Jesús comenzó con cuarenta días de ayuno y oración. En muchas ocasiones posteriores, lo encontramos pasando noches enteras en oración (como en el tiempo en que estableció a Sus Doce Apóstoles). Lo encontramos apartándose de la multitud para irse a lugares desiertos a orar.
De esa vida devocional emergió Su sensibilidad para escuchar la voz del Padre. ¿Ha desarrollado usted esas mismas relaciones con el Padre en tiempos de oración y ayunos? Si no lo ha hecho, ¿por qué no lo trata y ve lo que sucede? De seguro que se sorprenderá.
C. LO REAL, NO SUSTITUTOS
Desearía que las escuelas bíblicas y seminarios enfatizaran más la enseñanza de moverse en los dones del Espíritu Santo y cómo escuchar la voz de Dios.
1. La Palabra Y Espíritu De Dios, No Conocimiento Académico
Doy gracias al Padre por hombres como el Dr. John Wimber, Dr. Peter Wagner y Dr. Donald McGavran, estos valientes siervos de Dios, sobresalen en la historia de nuestra nación como hombres que reconocieron la importancia del Espíritu Santo en el trabajo del evangelismo y la vida de la Iglesia.
Ellos no fueron como sus contemporáneos que acentuaron filosofía, literatura, historia, psicología y docenas de otras materias, en vez de la Biblia. Estos hombres, le enseñaron a otros a prepararse para una guerra espiritual contra Satanás y sus demonios.
Les enseñaron cómo sanar a los enfermos, echar fuera demonios, predicar el Evangelio con milagros confirmando el ministerio de la Palabra. En vez de mandar a estudiantes con títulos de teología, levantaron hombres encendidos con el Espíritu, que podrían dispersar las tinieblas demoníacas que cubren nuestro mundo.
Necesitamos hombres como Felipe, quien descendió a la ciudad de Samaria y predicó a Cristo con poder. La Biblia dice: “Y las gentes escuchaban atentamente unánimes las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados” (Hch 8:6, 7).
Nuestras instituciones de entrenamiento, deben transformar a los hombres en líderes de fe como Esteban y Felipe; hombres que desafíen los poderes de las tinieblas y triunfen en el proceso. Entonces veremos el cumplimiento de lo que nos dice Mateo 24:14: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones [naciones del mundo]”.
2. Fe, No Orgullo
Si continuamos sustituyendo el rhema de Dios por el conocimiento académico, estamos destinados al fracaso. Uno de los peligros mayores de la educación superior es que torna a las personas en hombres arrogantes (orgullosos), en lugar de en hombres de fe. Parafraseando a Pablo: “La ciencia hincha, mas la caridad [amor] edifica” (1 Co 8:1).
No adoremos en el altar del conocimiento secular, no pongamos nuestra fe en la sabiduría y tecnología académica, lo cual, solo puede proveer un sustituto conveniente pero sin frutos del poder de Dios en nuestras vidas y ministerio. Por el contrario, procuremos ser oidores y hacedores de la Palabra de Dios. Aprendamos a escuchar Su voz.
D. EL MENSAJE, NO LAS CONSTRUCCIONES
Los líderes o dirigentes de iglesias en las naciones occidentales, a menudo compensan la falta de poder y habilidad para escuchar la voz del Señor, por la inversión de millones de dólares en catedrales impresionantes y santuarios muy lujosos. Ellos piensan que eso atraerá al mundo y a las personas a su iglesia.
A medida que estudie la historia de la iglesia, descubrirá que entre más descarriada está la iglesia, más dinero gastarán sus líderes en estructuras, lo cual, ayudó muy poco en la salvación de los perdidos o en la tarea de difundir el evangelio. Lo que tal vez hicieron dichas estructuras fue cumplir un propósito principal: satisficieron las pasiones de los líderes eclesiásticos y promovieron el orgullo de los miembros afluentes.
Si observa cómo tales iglesias operan, recibirá la impresión clara de que las últimas palabras de Jesús para estos líderes fueron: “Id por todo el mundo y edificad catedrales para cada criatura”. La prioridad principal de la mayoría de sus líderes es “edificar un establo más grande”.
1. Prioridades De Dios
Lo que realmente dijo Jesús fue: “…Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mr 16:15). Dios ha puesto prioridad en la predicación del mensaje, no en las construcciones. Dios coloca el énfasis en el ayudar las almas. El hombre lo pone en las construcciones.
Uno no puede evitar comparar la conducta de los líderes de la iglesia con la de nuestro Señor. Él escogió un establo como el lugar para Su nacimiento; vivió como parte de una familia de un carpintero pobre en Nazaret y nos dijo que había venido a predicar el evangelio a los pobres. No tenía un lugar donde reclinar Su cabeza durante los años de Su ministerio. Cuando murió, fue cubierto con un manto prestado. Su cuerpo fue puesto en una tumba prestada durante aquellas horas de gloriosa conquista sobre la muerte, el infierno y la tumba. Él se hizo pobre por amor a nosotros.
Por consiguiente, ¿de dónde reciben autoridad los líderes de la Iglesia para desperdiciar los recursos de la Iglesia en catedrales llamativas y santuarios lujosos cuando todavía hay dos billones de personas que no han escuchado el evangelio?
No hay un registro que diga que los cristianos primitivos se dedicaran a la construcción de edificios eclesiásticos hasta el tercer siglo cuando Constantino, el primer Emperador Romano “cristiano”, mezcló la iglesia con la política.
La influencia de Constantino fue espiritualmente perjudicial y desastrosa para la Iglesia. Una vez que la Iglesia vino a ser respetable y rica, su poder con Dios desapareció. Lo que había sido un organismo vivo, esparciendo vida y bendiciones por todas partes, se convirtió en una institución muerta, proliferando “forma sin unción”, desprovista de la Palabra y el poder de Dios. Pablo nos amonestó: “… Y a éstos evita” (2 Ti 3:5).
2. La Iglesia En China: Un Ejemplo
China muestra un caso de estudio interesante de lo que puede ocurrir cuando una iglesia es liberada del afán de construir catedrales y edificios eclesiásticos elaborados.
Desde antes de los cambios en 1950, Dios levantó obras que reconocieron la mano de Dios sobre China y su cultura.
En vez de confiar en las costumbres Occidentales, se dieron cuenta que muchos aspectos de la cultura China armonizaban con las Escrituras, tales como: la fuerza y estructura de la familia China y la importancia dada al hogar como lugar de adoración.
Por ello, muchos de los creyentes Chinos se reunían como familias, en hogares, a adorar y a orar al Dios viviente.
Podemos entender el porqué después de 1950 (cuando todos los misioneros Occidentales fueron forzados a salir de China) millones de hermanos y hermanas de todo el país han encontrado satisfacción espiritual, no en el estilo Occidental de Catedrales, sino a través de una creciente red de iglesias en hogares.
Los cristianos chinos comenzaron a compartir su fe con sus parientes y amigos. A través del “evangelismo relacional” (evangelismo que se esparce de pariente a pariente), un crecimiento eclesial milagroso comenzó a tomar lugar en la Iglesia en China.
En el año 1952 después de 120 años de actividad misionera occidental, había un promedio de dos millones de creyentes chinos. Veinte años más tarde (1972), cuando China abrió sus puertas al occidente de nuevo, se descubrió que había 20 millones de cristianos en China. Al presente (1990), fuentes confiables registran un promedio de 50 a 60 millones de cristianos en China.
¿Por qué este crecimiento dramático? Librados del dinero de los misioneros occidentales (que es a menudo una influencia controladora) y de sus costumbres, la iglesia china se adaptó rápidamente a los métodos que eran más compatibles con su cultura. Echados fuera de sus catedrales, la iglesia en China retomó la práctica del Nuevo Testamento de adorar en los hogares. Los creyentes comenzaron a funcionar como una familia, y los resultados evangelísticos fueron dramáticos.
Debido a que la Iglesia en China fue aliviada de la carga económica requerida por los edificios de adoración lujosos y grandes, ahora podían invertir su dinero en ayudar a los pobres y a esparcir el evangelio. La prioridad vino a ser la difusión del mensaje, y no la de promover las grandes construcciones.
3. Difusión Del Mensaje
Ni el Antiguo ni el Nuevo Testamento tienen una palabra que respalde el asunto de edificar iglesias. No obstante, esa es una de las prioridades principales en la mayoría de las iglesias occidentales u organizaciones misioneras.
El énfasis en el Nuevo Testamento es sobre la difusión del mensaje. “Y ellos [los discípulos], saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con las señales que la seguían” (Mr 16:20).
“Porque no me avergüenzo de estas buenas nuevas [el mensaje] acerca de Cristo. Este es el método saturado del poder de Dios para llevar a todos los que creen, al cielo” (Ro 1:16) (Declaración parafraseada).
“Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde antes Cristo fuese nombrado… Mas nosotros predicamos a Cristo crucificado… Cristo potencia de Dios, y sabiduría de Dios” (Ro 15:20; 1 Co 1:23, 24).
Los edificios de iglesias extremadamente lujosos no harán que los pecadores crean o que los perdidos se salven. Solamente el poder de Dios puede salvar a los perdidos.
Los ritos o ceremonias muertas y religiosas no llevarán a los hombres al Cristo vivo, quien triunfó sobre la muerte, el infierno y la tumba. No obstante, la predicación del evangelio completo lo hará. Pablo escribió: “con potencia de milagros y prodigios, en virtud del Espíritu de Dios… he llenado todo del evangelio de Cristo” (Ro 15:19). Y quiero agregar que el evangelio no será predicado a plenitud hasta que no vaya acompañado de una exhibición milagrosa del amor de Dios a través de poderosas señales y maravillas.
4. Tumba Espiritual
Años atrás, entré a una gran catedral en Australia. Tenía una capacidad para sentar 2,500 personas, un coro de niños que podía cantar hermosos himnos medievales, un gran órgano de cañones para llenar el lugar con sonidos majestuosos, ministros altamente educados quienes recitaban los sermones y oraciones. En la superficie, era un edificio muy impresionante. Solamente tenía un problema, tenía todo menos personas y, ésta, se localizaba en una ciudad de más de cinco millones de habitantes.
Asistí al servicio regular de los miércoles por la noche en la gran catedral. El coro de niños cantó, el organista tocó, el sacerdote leyó las oraciones y el sermón. Todo esto tomó una hora y media.
Además de mí, había solamente otras dos personas en la congregación, dos damas muy cariñosas de pelo plateado. Los tres nos sentamos allí y pasamos todo ese tiempo de ritos de un cristianismo muerto, pretendiendo representar a un Cristo vivo. La catedral estaba situada en terrenos que tenían un valor de millones de dólares.
Hubiera sido mejor vender la propiedad, cerrar aquel cementerio espiritual y enterrar aquel insulto al Cristo poderoso y resucitado, cuyos ojos son como llamas de fuego, cuyos pies brillan como el latón bruñido, quien tiene todo el poder del cielo y de la tierra, y quien promete vomitar todo sistema eclesial que propaga un evangelio tibio.
En esa misma iglesia, un sacerdote fue salvo y lleno del Espíritu Santo. Comenzó conduciendo servicios de sanidad divina y cientos empezaron a visitarle durante el servicio de oración y sanidad los martes por la noche. La ley eclesial no permitía la conducción de tales servicios en la catedral. Le rechazaron el permiso y tuvo que conducirlos en los pasillos de la parroquia, demasiado pequeño para acomodar los enfermos que venían para buscar salvación y sanidad.
5. Darle Prioridad A Nuestros Recursos
¡Líderes de la iglesia, créanme! Lo que tenemos en la Iglesia occidental es un capricho impío de nuestras catedrales (ya sean hechas de cristal o cualquier otro material). Cuando edificamos santuarios elaborados a expensas de la difusión del evangelio, de seguro que son una ofensa a un Dios que nos comisionó hace unos dos mil años a: “…Id por todo el mundo: predicad el evangelio a toda criatura”. Hasta que no nos pongamos en línea con tal prioridad, todo lo demás que hagamos es “… madera, heno, hojarasca” (1 Co 3:12).
¡Dos billones de almas todavía esperan el evangelio! Dios dice: “… su sangre demandaré de tu mano” (Ez 3:20).
Después de predicar el evangelio a plenitud a través de todo el Imperio Romano, Pablo pudo testificar: “… soy limpio de la sangre de todos” (Hch 20:26). ¿Qué respecto a nosotros? ¡Creo que no podemos decir lo mismo que Pablo! Es vital que volvamos al principio y comencemos a darle, con nuestros recursos, prioridad para hacer lo que Dios ha dicho en la Biblia y lo que nos sigue diciendo que hagamos por Su Espíritu.
No estoy contra la construcción de edificios eclesiales para los usos necesarios. Estoy en contra de invertir grandes sumas de dinero en proyectos que sólo satisfacen el ego y que podrían ser utilizadas para ayudar a los pobres y a la difusión del evangelio.
E. CONCLUSION
Los africanos cuentan una historia acerca de un ratón que se asoció con un elefante solitario. El ratón siempre montaba sobre la espalda del elefante, un poco cerca de su oreja derecha. Allí se sentaba para platicar felizmente con su amigo el elefante, haciéndole compañía mientras caminaban.
Un día llegaron cerca de un puente que pasaba por encima de un río. El puente parecía lo suficientemente fuerte, y el elefante comenzó a cruzarlo; y cruzaron al otro lado del río. Cuando estuvieron seguros al otro lado, el ratón le dijo al elefante: “¡Carambolas, sacudimos todo el puente! ¿Verdad que sí?”.
Usted y yo somos como el ratón. Nos hemos asociado con un Dios todopoderoso. Como el ratón, por nosotros mismos, no podríamos hacer absolutamente nada. Pero trabajando en asociación con Dios, aprendiendo y escuchando Su voz, de seguro que podemos herir de muerte a la serpiente antigua: Satanás, y poner en libertad a los prisioneros en el pecado, en las enfermedades y en la pobreza (Ro 16:20).
Recuerde:
1. El Conocimiento Académico
Aunque el conocimiento académico es de utilidad en algunos círculos de acción, no puede producir el poder salvador y sanador de Dios, ni tampoco la clase de líderes que la Iglesia de hoy necesita. Recuerde que la mayoría de los discípulos de Jesús, fueron descritos como: “…hombres sin letra e ignorantes … y les conocían que habían estado con Jesús” (Hch 4:13). Así que, debemos tomar mucho tiempo en oración y en ayuno para estar con Jesús, y después verá la diferencia en su vida.
2. La Palabra De Dios (rhema) Y Su Plan Son Singulares...
Para cada situación, persona y organización; Los patrones, métodos, fórmulas y tradiciones, a menos que no sean ungidos con el Espíritu Santo, pueden ser grandes impedimentos en nuestro esfuerzo de escuchar la voz de Dios.
3. El Plan De Dios Para Su Vida, Es Más Grande Que El Suyo
Espere en Dios en oración hasta que tenga un entendimiento claro de lo que es el plan de Dios.
Oremos
Señor Jesús, deseo escuchar Tu voz. Permite que la fe venga sobre mí ahora por medio del escuchar Tu voz. Entrego en Tus manos mi vida, iglesia y ministerio. Guíame con Tu Palabra (rhema) y Tu verdad (logos). ¡AMEN!
¡Escuche atentamente en estos momentos! ¿Qué le está diciendo? Acabó de orar pidiéndole que le hable. Deténgase a oír durante uno o dos minutos.
María, la madre de Jesús, dijo algo que debemos prestar cuidadosa atención. “…Haced todo lo que os dijere” (Jn 2:5).
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