LOS DIEZMOS Y LAS OFRENDAS





Diezmando Y Ofrendando: Nuestra Mayordomía

A. SOMOS MAYORDOMOS O ADMINISTRADORES DE LOS RECURSOS DE DIOS

Cada creyente es un administrador de todo lo que posee. “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 P 4:10).

“Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (1 Co 4:2).

Un administrador (mayordomo) es una persona que maneja, administra y cuida de una propiedad que pertenece a otro. Siendo que es Dios quien otorga toda bendición material, nosotros reconocemos que Él es dueño de todas las cosas. “…Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos” (1 Cr 29:14). “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre…” (Stg 1:17).

1. Dios Nos Ordena Que Paguemos Diezmos
De todo lo que Él nos ha dado, nos pide que demos el 10% (diez por ciento): “Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de JEHOVÁ es; es cosa dedicada a JEHOVÁ” (Lv 27:30). “Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año” (Dt 14:22).

Jesús comisionó el diezmar. “…Esto [el diezmar] os era necesario hacer…” (Lc 11:42).

2. Los Propósitos De Dios Para El Diezmar Son Vistos En El Antiguo Testamento
a. Para El Sostén De Los Pobres Y Los Necesitados En Israel. Entre los israelitas, la cosecha de cada año sabático (séptimo) era reservada para los pobres. “Mas el séptimo año la dejarás libre, para que coman los pobres de tu pueblo; y de lo que quedare comerán las bestias del campo; así harás con tu viña y con tu olivar” (Ex 23:11).

“Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra” (Dt 15:11). El espigar o recoger espigas que los cosechadores dejan caer durante la cosecha, debería ser dejado para los pobres y extranjeros. “Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo Jehová vuestro Dios” (Lv 19:10).

b. Para Sostener A Los Levitas. Dios requería un diezmo especial cada “tercer año” que era para los levitas, los huérfanos, las viudas y los extranjeros.

“Al fin de cada tres años sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año… Y vendrá el levita… y el extranjero, y huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados; para que JEHOVÁ tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren” (Dt 14:28, 29).

“Y dirás delante de Jehová tu Dios: He sacado lo consagrado de mi casa, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos, ni me he olvidado de ellos” (Dt 26:13).

3. Los Propósitos De Dios Para El Diezmar Son Vistos En El Nuevo Testamento
a. Para Sostener A Los Pobres Y A Los Necesitados En La Familia De Dios. “Así que, no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.

Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé [que traducido es: Hijo de consolación], levita, natural de Chipre, como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles” (Hch 4:34-37).

“Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén” (Ro 15:26).

b. Para Sostener A Los Maestros Y A Los Predicadores. Los líderes y maestros en la Iglesia tenían que ser sostenidos de los diezmos y ofrendas de los que las donaban.

“El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye” (Ga 6:6).

“Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” (1 Co 9:14).

Cuando Pablo salió como misionero a predicar el evangelio a los que nunca lo habían escuchado, fue sostenido por la iglesia de Filipo: “Y sabéis… oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos;

Pues aun en Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades… tengo abundancia… habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios” (Fil 4:15-18). A los filipenses generosos, el Señor hizo esta promesa: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os haga falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil 4:19).

4. La Promesa Especial De Dios
Para aquellos que ofrenden, Dios ha hecho una promesa especial: “Dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Lc 6:38).

Este pasaje nos enseña que nosotros controlamos la cantidad de las bendiciones y provisiones de Dios para nuestras necesidades. Si damos generosamente, Él nos devolverá esa misma medida cuando le pidamos. Si tenemos fe para dar con abundancia para la obra de Dios, Él nos devolverá esa misma medida o tal vez una mayor para satisfacer nuestras necesidades con gran abundancia.

A mí me enseñaron a dar el diez por ciento de mis ingresos al Señor desde que era un niño. Cuando tenía la edad de 22 años, estaba plantando nuevas iglesias. Recibíamos las cantidades de dinero más bajas jamás recibidas en nuestras vidas. Durante ese tiempo, el Señor me impulsó a pagar el 20% de mi cantidad de dinero limitada al Señor.

Un diezmo era para sostener la difusión del evangelio en la nación en la cual vivía. El segundo diezmo, era para sostener los gastos de extender el evangelio a otras naciones: lugares donde sus habitantes todavía no habían escuchado acerca de Jesús.

Esto desató una inundación de bendiciones milagrosas de Dios sobre mí y mi familia. Descubrí que Dios hace exactamente lo que dice. Si ofrendamos, de seguro que recibiremos la misma proporción de lo que dimos.

5. El Diezmar Es Un Privilegio
Varios siglos antes de que la ley fuera dada en el Monte Sinaí, Abraham diezmó el diez por ciento a un representante de Dios (Gn 14:18-24; He 7:1, 2). Jacob prometió dar el diez por ciento de todo lo que Dios le diera como bendición (Gn 28:22). Jesús dijo que no debemos dejar de diezmar (Mt 23:23). Así que, el diezmar y ofrendar no deberán entenderse como una obligación o ley religiosa del Antiguo Testamento; por el contrario, es un privilegio de los que escogen ejercer su fe para dar.

6. El Diezmar Expresa Fe
El diezmar y ofrendar no compra la bendición de Dios, pero sí la derrama sobre nuestras vidas.

“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice JEHOVÁ de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde(Mal 3:10).

Aquellos que diezman están expresando su fe en Dios de la manera más práctica posible. Ellos están diciendo: “Yo creo que el 90% sobrante de mis ingresos, después de pagar mis diezmos, tienen la bendición de Dios. Con Su bendición, ese 90% puede comprar más de lo que podría con el 100% sin Su bendición”. Se necesita fe para creer en eso.

Dios ha permitido que Su pueblo diezme de sus ingresos, de su trabajo, de su aceite, vino, harina, frutos, madera, animales y otras posesiones.

7. Dios Acepta Diferentes Tipos De Diezmos Y Ofrendas
Además del 10%, los santos del Antiguo Testamento fueron animados a dar lo siguiente:

a. Los primogénitos del hombre y de las bestias (Nm 18:6, 15);

b. Las primicias de sus cosechas (Nm 18:13; Dt 18:4);

c. Ofrendas durante las Fiestas (2 Cr 31:3; Nm 28 y 29);

d. Ofrendas durante las nuevas lunas (Neh 10:32-39);

e. Ofrenda de madera (Neh 10:34);

f. Diezmo de diezmo (Neh 10:38);

g. Ofrenda elevada (Nm 18);

h. Votos (Nm 30);

i. Ofrendas voluntarias (Lv 22:21; Esd 3:5);

j. El diezmo del tercer año (Dt 26:12);

k. Ofrendas para los pobres, viudas, huérfanos, extranjeros (Dt 15:1-11);

l. Proyectos especiales (Esd 8:24-36; Neh 7:70-72).

8. Sea Un Dador Generoso Y Alegre
La Biblia nos enseña que debemos dar voluntaria y alegremente, de un espíritu de generosidad.

“Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomareis mi ofrenda” (Ex 25:2). “Pero esto os digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Co 9:6, 7).

Dios no mide nuestras ofrendas por la cantidad que damos. Él nos remunera según lo que nos sobra después que damos. Jesús dijo que la diminuta ofrenda que la viuda ofrendó, era mayor que las grandes sumas echadas por los ricos, pues era “todo lo que tenía” (Lc 21:1-4).

Las donaciones generosas son prueba de nuestro amor, fe y madurez (2 Co 8:24; 9:6, 8, 13). Un creyente generoso motiva a otros a dar gracias a Dios (2 Co 9:11, 12).

Los pobres necesitan dar porque ellos necesitan las bendiciones de Dios a fin de quebrantar la maldición de la pobreza.

Los cristianos macedonios estaban afrontando una gran pobreza (2 Co 8:2);  sin embargo, ofrendaban liberalmente. Habían aprendido la obediencia en la cuestión del ofrendar. Habían aprendido que el donar trae bendiciones y rompe la maldición de la pobreza.

Jesucristo, nuestro ejemplo supremo, se hizo pobre a fin de bendecirnos (2 Co 8:9). El rehusar ser un administrador fiel en el asunto de ofrendar y diezmar es como robar y rebelarse contra Dios (Mal 3:8-12). No obstante, el rendirse a Su propósito en el ofrendar es como recibir un “Cielo abierto” en bendiciones abundantes y en protección contra la necesidad y el hambre.


Ralph Mahoney

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